La inteligencia artificial no es el futuro: es el presente.
Está aquí, en nuestros algoritmos, en nuestras decisiones cotidianas, en nuestros feeds de Instagram, en Netflix, en Spotify. Te guste o no, ya forma parte de tu vida. ¿O quién crees que decide qué canción te aparece en la lista “Descubrimiento semanal”?
Esto ya lo vivimos. ¿Recuerdas cuando se cuestionaba si era válido usar Internet para escribir una tesis doctoral? Hoy nadie con un mínimo de sentido común lo pone en duda. Pues bien: la AI es la nueva electricidad, y resistirse a ella es tan absurdo como desconectarte del mundo por miedo a que el cable te dé calambre.
Si te hace feliz pensar que no la usas, adelante. Pero no te acerques al borde de la Tierra, no vaya a ser que te caigas. El resto —quienes sí integramos estas herramientas en nuestro trabajo— sabemos que no se trata de Technology o Innovation per se, sino de Leadership, Values y PersonalDevelopment.
Una IA es como un cuchillo: en manos de un chef se convierte en arte; en manos de un criminal, en tragedia. La diferencia no es la herramienta: eres tú.
Así que basta de escandalizarse porque alguien usó un algoritmo para redactar un artículo. ¿Qué crees que pasa cuando buscas en Google? ¿Magia?
No. DataAnalysis. MachineLearning. DigitalTransformation.
Estamos en una época donde la creatividad no desaparece: se transforma. Hoy, el verdadero valor no está en evitar la tecnología, sino en saber coreografiarla con criterio, estrategia y humanidad. Eso es Management, eso es Futurism, eso es Strategy.
No es tiempo de trincheras, sino de puentes. De entender que cada nueva herramienta es una posibilidad para repensar nuestro rol como profesionales, como ciudadanos y como especie. El cambio ya no es una opción: es el único camino posible.
Y tú, ¿qué vas a hacer con él?
